Por Paula Vigliano, co fundadora de Pala Blockchain
En la época de fiestas y celebraciones, cuando era chica, los adultos se reunían en una mesa, mientras nosotros, los niños, ocupábamos otra más pequeña. Esta imagen, aunque nostálgica, refleja una realidad presente en la industria emergente de blockchain. El dominio de Web3, en particular, se ha convertido en un territorio sutilmente exclusivo, donde las mujeres buscan hacerse un lugar legítimo en una mesa que, a menudo, parece estar reservada para los "grandes".
Para 2024, se espera que la comunidad global de desarrolladores de software supere los 28 millones. Sin embargo, en este crecimiento exponencial, las mujeres constituyen apenas el 8%. En el mundo de Web3, especialmente golpeado por la reciente tendencia bajista del mercado, solo 21,300 desarrolladores estuvieron activos el mes pasado. Si extrapolamos estos números a las mujeres, con suerte hablamos de apenas mil a nivel mundial. Surge, entonces, una cuestión crítica: ¿nos conformamos realmente con relegar a las mujeres a espacios separados, como las famosas DAOs o fundaciones femeninas, donde quedan confinadas a dialogar únicamente entre ellas, que foros de participación real en la industria?
La creación de espacios "exclusivos para mujeres" en Web3, lejos de potenciar la visibilidad y las oportunidades, frecuentemente resulta en nichos aislados que no contribuyen significativamente a la diversidad. Este enfoque, aunque bienintencionado, solo perpetúa una división que no tiene lugar en una industria que se caracteriza por su innovación y apertura.
El reciente escándalo de un evento de desarrolladores, con entradas cercanas a los 800 dólares y que incluía tres oradoras femeninas —dos de las cuales resultaron ser perfiles falsos generados por inteligencia artificial—, no solo socava la credibilidad del evento sino que subraya la problemática de la representación femenina en el sector: las mujeres terminamos siendo una problemática a cubrir para llenar un cupo, y no se piensa desde generar los talentos, si no de cubrir los cupos.
Más allá de la representación numérica, el quid de la cuestión radica en la calidad de las oportunidades que se ofrecen a las mujeres. La auténtica diversidad emerge no de la segregación, sino de un compromiso conjunto y deliberado de todos los actores del ecosistema para cultivar un ambiente inclusivo.
No es mediante cuotas de género cómo se alcanzará la solución, sino reconociendo y respaldando el talento femenino. La clave es una educación y desarrollo profesional enfocados en la generación de oportunidades de liderazgo donde las mujeres sean no solo bienvenidas, sino también fundamentales.
Observando más allá de Web3, encontramos casos inspiradores como el de la cámara Fintech, donde los referentes de la industria, sin distinción de género, comparten mesa en la toma de decisiones. Este es el estándar a emular: un entorno donde no hay mesas divididas por género, sino un foro unido para el intercambio de ideas.
Es imperativo reevaluar cómo las juntas directivas pueden descubrir y promover el talento femenino. Requerimos de programas de capacitación técnica que empoderen a las mujeres en campos como el desarrollo de front-end y la usabilidad, que son una excelente puerta de entrada a perfiles más técnicos. La pregunta es: ¿cómo motivamos a las mujeres a iniciarse en tecnologías como Bootstrap para luego avanzar hacia lenguajes más avanzados como Python?
En Argentina, la falta de una política educativa STEM definida es un llamado a la acción para la industria. No anhelamos una mesa aparte; aspiramos a ser una parte integral de la mesa principal. Nuestro objetivo es asegurar que nuestras profesionales tecnológicas, "las pibas de sistemas descentralizados", estén al lado de aquellos que delinean el futuro de la industria. Solo así lograremos que esta verdaderamente refleje nuestra diversidad y promueva el talento.
Juntos, podemos poner fin a la era de las mesas separadas y empezar a construir un único espacio, más amplio y diverso en perspectivas. Nuestro desafío es convertir la igualdad de oportunidades de una aspiración en una realidad palpable.